Los
gritos llenaban la fortaleza. El capa blanca hacía guardia frente a la puerta de la estancia donde la reina estaba dando a
luz. Recordó una ocasión ya lejana en la que ella era una niña y se había
colado en su habitación, asustada ante unos lamentos parecidos. Ahora estaban
separados por un muro, ni ella podía acudir a él ni él abrazarse a ella. Y
tenía miedo, mucho. Perdió a lo que más quería en un parto cuando era un niño,
no soportaría algo igual de nuevo. Cersei no iba a morir, no era capaz de
concebir una idea tan horrible. Había tenido un bebé muerto un año antes, un
príncipe con una mata de pelo negro como Robert. Ella lloró la pérdida, pero en
el fondo se alegró porque no era un león, sino un venado. Cersei y él seguían
teniendo relaciones íntimas, con el consiguiente peligro de que ella concibiera
un hijo. Él temía una descendencia incestuosa, mas su hermana se negaba a tomar
el té de la luna por si se quedaba embarazada de Jaime. Deseaba un hijo suyo
con todas sus fuerzas y él no podía privarla de ello. La amaba tanto… Cuando le
comunicó el nuevo embarazo, le dijo que esta vez estaba segura de que era un
Lannister y no un Baratheon. Según Cersei, Robert estaba tan borracho cuando la
cubría que la mayoría de las veces no atinaba a penetrarla y no se ni daba
cuenta.
AVISO
Este fic contiene sólo recreación sobre hechos del pasado. No contiene spoilers. Todos los personajes y lugares pertenecen a G.R.R. Martin
miércoles, 17 de abril de 2013
martes, 16 de abril de 2013
Capítulo 23
CERSEI
Las campanas
de los septos la sacaron de un sueño inquieto. Toda la ciudad celebraba la
consumación del matrimonio entre Robert y ella. Calculó que sería media mañana.
Apenas había pegado ojo en toda la noche y sólo logró dormirse cuando amanecía.
Miró a su lado izquierdo: Robert no estaba. Lo agradeció. La noche de bodas
había sido una pesadilla, pero su cabeza ya empezaba a buscar una solución a la
vida que le esperaba. Lo último era dejarse vencer.
lunes, 15 de abril de 2013
Capítulo 22
JAIME
El
compromiso de Cersei con Robert no le pilló por sorpresa, aunque le costaba
asimilarlo. Lo que más le dolía era no poder ver a su hermana por todo el
protocolo que exigía la preparación de la novia. Era desesperante saber que
estaba tan cerca y, a la vez, tan lejos de él. Se había reservado toda un ala
de la Fortaleza Roja para la muchacha y la numerosa corte de mujeres que la
custodiaban, además de las costureras y las encargadas de arreglar y adoctrinar
a la futura esposa del rey. La Guardia Real vigilaba la entrada de aquella
zona, pero no patrullaba dentro de ella. Jaime no tuvo la suerte de ser uno de
los elegidos para hacer un turno allí, algo que a lo mejor le hubiera dado la
oportunidad de ver a su hermana, aunque sólo fuera de lejos. La sombra de su
padre estaba de alguna manera muy presente en la elección de los capas blancas
para cumplir esa tarea. A veces Jaime se paraba delante de la puerta que
cerraba la estancia que había sido la habitación de Cersei en los años en los que
Lord Tywin había sido la Mano del Rey, recordando su reencuentro tras mucho
tiempo sin verse. Ya era algo muy lejano, había pasado más de año y medio, pero
las sensaciones de esa noche aún eran vívidas. Ella era la única mujer en su
vida, con la que perdió la inocencia y por la que no le importaría dejarlo
todo, morir. Hubo un tiempo en que quiso odiarla por lo que hizo con él: se
sentía como un condenado al que le hubieran dado el mejor banquete de su vida y
después lo hubieran castigado a morir de hambre, dejándole los exquisitos manjares
que había probado en una ocasión a la vista, pero lejos de su alcance. No lo
consiguió, amaba a Cersei con toda su alma. Ahora iba a ser la esposa de otro,
del rey nada menos, a quien había jurado proteger. También había hecho el mismo
juramento a Aerys y lo había asesinado… Pero Robert no se merecía la muerte.
Había salvado el reino de los desmanes del Rey
Loco y le había otorgado su perdón, lo que demostraba su magnanimidad.
domingo, 14 de abril de 2013
Capítulo 21
TYRION
Nunca
imaginó así la capital: sucia, ruidosa, atestada de gente… pero maravillosa.
Todo el gentío que había allí lo tenía anonadado. ¡Por fin estaba en Desembarco
del Rey! Su padre había accedido a llevarlo para la boda de Cersei con Robert
Baratheon, todo un acontecimiento. A él le daba igual eso, porque lo importante
era que lo habían dejado salir del confinamiento de Roca Casterly y conocería a
gente nueva.
sábado, 13 de abril de 2013
Capítulo 20
CERSEI
Su
padre la había mandado llamar a Desembarco tras la llegada Robert Baratheon
allí. Aún no había sido coronado rey, pero pronto lo sería. A Cersei no le
importaban esos asuntos; sólo pensaba en que vería a Jaime por fin. Más de un
año sin verlo había sido una tortura demasiado cruel, más todavía después de su
noche de amor, lejana en el tiempo pero tan cercana en su mente. No pasaba día
en que no la recordara e incluso se diera placer imitando los movimientos de
Jaime sobre ella, mientras imaginaba que la besaba por todo el cuerpo. Los
nervios por el reencuentro eran tan grandes que temía quedar en evidencia
delante de su padre.
viernes, 12 de abril de 2013
Capítulo 19
TYWIN
Semanas
después de la muerte de Aerys, Robert Baratheon, al que sus enemigos llamaban El Usurpador, se presentó en Desembarco
del Rey, victorioso y dispuesto a proclamarse rey. Lord Tywin lo esperaba en la
Torre de la Mano. Tenía curiosidad, pero no se iba a dejar impresionar por él
ni por la fama que le precedía. El joven no tardó en llegar. Caminaba con aire
arrogante, muy seguro de sí mismo, y Lord Tywin tuvo que admitir que su porte
era el de un rey. Sólo tenía dieciocho años, pero la incipiente barba negra, la
corpulencia y el rostro eran de un adulto. Invitó a Robert a tomar asiento. «Os
he salvado el pellejo, muchacho. Mis hombres han hecho el trabajo sucio aquí,
en Desembarco.» El recién llegado no parecía dejarse amedrentar por su tono
autoritario. Iba a ser un hueso duro de roer. «Os recuerdo que el que ha
asesinado a Rhaegar Targaryen he sido yo. Vi con mis propios ojos cómo se desangraba
en el Forca Verde.» Lord Tywin se empezaba a indignar por momentos ante el
descaro de Robert. No estaba acostumbrado a que un jovencito le hablara con ese
tono. «Sí, pero mi hijo acabó con la vida del Rey Loco, ¿os parece poco mérito?» Ante eso, Robert no podría poner
ninguna objeción. Sin embargo, el muchacho no hizo caso de las palabras de Lord
Tywin y cambió de tema sin inmutarse. «Quiero saber dónde está el resto de la
familia real. Juré hace un año que no dejaría un Targaryen vivo en los Siete Reinos
y quiero cumplir ese juramento.» Sin saberlo, Robert había llevado la
conversación hacia donde Lord Tywin quería. Era el momento de jugar su carta
más valiosa y demostrar su lealtad. «Vayamos a la Sala del Trono. Mis hombres
estarán a punto de llegar con noticias sobre el asunto.»
jueves, 11 de abril de 2013
Capítulo 18
JAIME
No
le fue difícil encontrar a Rossart. Las estancias de la Mano del Rey se
situaban estratégicamente dentro de la Fortaleza Roja, en una torre apartada, y
al piromante le gustaba pasar parte del tiempo allí, donde había montado su
laboratorio personal. Jaime llegó hasta la puerta y pegó la oreja a la madera.
Silencio absoluto. Era extraño que no se oyera nada, pues las actividades
alquímicas de Rossart solían ser bastante ruidosas. Miró por la rendija que
quedaba entre la puerta y el suelo y comprobó que, efectivamente, el hombre no
estaba allí. Al incorporarse, oyó pasos acercándose y un tintineo como de
cristales chocando. Se escondió en una esquina y esperó. La puerta se abrió y se
volvió a cerrar. Rossart había regresado. Jaime volvió a escuchar: ahora sí
había movimiento dentro de la habitación. Tocó con unos golpecitos y una voz
preguntó que quién era. «Soy Ser Jaime Lannister», respondió. Rossart confiaba
en él y le abriría sin problemas. Sin embargo no fue así. ¿Sospecharía algo?
Jaime insistió. «Abrid en el nombre del rey. Traigo órdenes suyas.» El
piromante no contestó, por lo que el joven optó por entrar. La puerta estaba
abierta y la estancia vacía. ¿Dónde diablos estaba ese intrigante? Jaime se
puso alerta ante el silencio del lugar. Un pequeño ruido le llegó por el lado
izquierdo. Se giró y vio a Rossart lanzándole algo que pudo esquivar a malas
penas. Al caer al suelo, aquello se rompió y prendió con una llama verdosa.
¡Era fuego valyrio! Jaime desenfundó su espada al tiempo que trataba de evitar
que los frascos que Rossart le lanzaba impactaran sobre su armadura o el yelmo.
El fuego valyrio era capaz de derretirlo todo, hasta las piedras. El hombre se
había parapetado tras su cargamento y se movía al tiempo que arrojaba los
frascos, buscando la puerta. Cuando la alcanzó, salió corriendo, tirando el
resto de botellitas al suelo. La habitación estaba en llamas, pero Jaime pudo
acceder a la salida y perseguir a Rossart. El problema era saber hacia adónde
había ido. Eligió el camino de la derecha. Los pasillos de la Fortaleza eran
largos y laberínticos y temía desorientarse. Al pasar por uno de ellos, vio una
sombra moviéndose a lo lejos. Era el piromante. Jaime aceleró el paso y le dio
alcance. El hombre forcejeaba con su captor. «¡Soltadme, traidor, vendido!»
Jaime no dijo ni una palabra: lo agarró de la pechera y le dio un tajo limpio
en el cuello. Rossart murió en el acto.
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