JAIME
El
rey Aerys estaba peor de sus manías desde que la noticia de la muerte de
Rhaegar había llegado a la Fortaleza Roja. Cada vez se hacía más evidente que
Robert Baratheon iba a ganar el conflicto tras su victoria en el Tridente,
donde asesinó con su propia mano al heredero del Trono de Hierro. Jaime, por su
parte, vigilaba muy de cerca los movimientos de Aerys, pues sospechaba que éste
iba a tomar una decisión drástica con tal de evitar la caída de Desembarco en
manos del señor de Bastión de Tormentas.
Desde
antes de la vuelta de Rhaegar a la capital para ponerse al frente de sus
tropas, Aerys había estado reuniéndose con piromantes en secreto. Jaime estaba
al tanto de todo, ya que se había convertido en uno de sus hombres de
confianza. Lo llamaba a todas horas para que lo acompañara en sus salidas
furtivas de la Fortaleza y le mandaba montar guardia a las puertas de los
lugares en los que se veía con los piromantes. El jefe del gremio había
diseñado un plan del que Jaime no conocía todos los detalles en principio pero,
una vez que se enteró de algunos de ellos, sus sospechas sobre lo que Aerys
pretendía hacer se confirmaron: el rey quería quemar la ciudad con los habitantes
dentro antes de rendirla, colocando frascos con fuego valyrio por todo
Desembarco.
En
el momento en el que la Mano del Rey, Qarlton Chelsted, se enteró de aquella
locura, renunció a su cargo, indignado. Aerys ya había perdido a dos Manos,
Lord Tywin, que se marchó a Roca Casterly, y Lord Jon Connington, forzado a
exiliarse tras la derrota de Septo de Piedra. El rey habría querido que
Connington hubiera prendido fuego al lugar al no dar con Robert, tal y como
habría hecho Lord Lannister de haber estado en su cargo, pero aquél quería
matar con sus propias manos al rebelde, lo que propició la llegada de sus
aliados y el fracaso de las tropas realistas. Jaime pensó que no aceptaría la
renuncia de Chelsted. Sin embargo se equivocaba. Una vez que dejó el cargo,
Aerys mandó que lo apresaran y lo asesinó, sumergiéndolo en fuego valyrio. Después
nombró como Mano al piromante Rossart, a quien Jaime recordaba como el artífice
de la muerte de Lord Rickard Stark. El joven estaba espantado ante las acciones
del monarca, cuya locura no tenía límites, pero se mantenía firme, cuidando de
que nadie supiera lo que pensaba. Lo más peligroso era que alguien se enterara
de que había escrito a su padre informándole de la derrota de Rhaegar en el
Tridente. Lord Tywin actuaría en consecuencia y tomaría la decisión acertada:
entrar en Desembarco y acabar con la tiranía de Aerys y de los Targaryen.
Vaya tela con los Targaryen, y eso que Aerys no era hijo de hermanos, que sino...
ResponderEliminarComo dijo el padre de Aerys, Jaehaerys, "Locura y grandeza son dos caras de la misma moneda y cada vez que un Targaryen nace, los dioses lanzan la moneda al aire y el mundo aguanta la respiración para ver de qué lado caerá".
EliminarY tenía más razón que R'hllor.
Eliminar