TYWIN
Odiaba
al rey Aerys con todas sus fuerzas. Con veinte años fue nombrado su Mano, cargo
importantísimo y muy codiciado por cualquier casa grande de los Siete Reinos.
Habían pasado dieciocho años desde aquello y la relación con el monarca, lejos
de ser más amistosa, era más distante. Desde el momento en que Lord Tywin se
había casado con su hermosa prima Joanna, Aerys empezó a envidiar al joven
Lannister y se decía que había querido abusar de ella el día de la boda,
durante el encamamiento. Su mente privilegiada se había degradado con rapidez
en los últimos años y manifestaba signos evidentes de locura: apenas comía por
temor a ser envenenado y no se cortaba ni el pelo, ni la barba, ni las uñas.
Lord Tywin achacaba la demencia del rey a las generaciones de matrimonios entre
hermanos, una práctica aberrante a sus ojos. La excepción en esa corte de locos
era el príncipe Rhaegar, del que todos, incluido el propio Lord Tywin a pesar
de no haberse casado con Cersei, esperaban mucho como futuro monarca. La descendencia estaba asegurada, ya que el
príncipe tenía una hija con su esposa Elia y otro bebé estaba de camino. El
joven Targaryen era una luz de esperanza para los Siete Reinos.
Iba
camino del Salón del Consejo para comenzar la jornada de trabajo. Como Mano del
Rey, gobernaba incluso más que el propio Aerys, cosa que los súbditos
agradecían. Al bajar desde el piso de los dormitorios, vio una figura de
espaldas que le resultó familiar. El pelo largo y rubio delataba su identidad:
era Jaime. «¡Jaime, hijo mío! ¿Cuándo has llegado?» El muchacho se volvió
sonriendo y abrazó a su padre. «Anoche, padre. No quise molestaros porque era
tarde.” Lord Tywin se extrañó ante el tono de disculpa del joven. «Está bien,
no te preocupes. Es toda una casualidad que estés aquí. Iba a mandarte llamar.» «Pasé por Roca Casterly antes de venir aquí porque quería ver a Tyrion.» El
hombre cambió el gesto de satisfacción por uno de reproche. Jaime se mordió el
labio, parecía arrepentido de lo que acababa de decir. Su padre le echó la mano
por encima del hombro y lo invitó a acompañarlo al Consejo.
Eran
los primeros en llegar. Aprovechando que aún era pronto, Tywin pensó que era el
momento de exponer los planes que tenía para Jaime. «Ya tienes casi dieciséis
años, eres el heredero de Roca Casterly, has sido nombrado caballero y empiezas
a ser un hombre casadero.» Jaime bajó el rostro y dejó hablar a su padre. «Tu
madre quería casarte con Elia Martell, pero eso es imposible. Te he buscado un
buen partido que, además, nos aliará con una casa poderosa.» El joven levantó
la cabeza. «No sigáis por ahí, padre. No quiero casarme con nadie. Mi idea es
convertirme en miembro de la Guardia Real. Ya he solicitado la vacante de Ser Harlan Grandison.» Tywin se levantó con furia y la mirada encendida. «¿Cómo
osas contradecirme? ¿Quién te ha metido esa idea en la cabeza? ¡Roca Casterly
necesita un heredero y ese heredero eres tú!» Jaime se levantó a su vez. «Padre, hay otro varón en la familia. Es inteligente y digno de sucederos
aunque vos no lo queráis ver.» Un puño golpeó la mesa y la hizo temblar. «¡Ese
monstruo no es mi hijo, NO LO ES!» »Es hijo de Madre. ¿Acaso vais a negar que
nació de su vientre? ¡No lo despreciéis por su apariencia!» , gritó Jaime a su
vez. Lord Tywin abofeteó a su hijo. Un
silencio eterno se hizo en la estancia. La tensión casi podía cortarse con un
cuchillo. «Eres un crío, Jaime, y tu mente infantil sueña con ser un capa
blanca como si eso fuera el destino más glorioso. Pues no es así. Quítate esa
ridícula idea del pensamiento. Si sigues empeñado en eso, no eres mi hijo.» El joven mostraba un rostro pétreo, aunque sus ojos
brillaban por las lágrimas a punto de brotar. «Así que soy un crío cuando
quiero decidir por mi cuenta y un hombre cuando vos decidís por mí. Es absurdo
discutir esto, padre.» Dicho esto, abandonó el lugar sin mirar hacia atrás.
Siempre contradiciendo a Tywin, así normal que esté como esté. No solo tiene un hijo deforme que causa la muerte de Joanna (que eso para él es lo peor de todo), sino que antes tuvo que soportar una vida vergonzosa por los actos de su padre, Aerys ligando con su esposa, el peso del reino cae directamente sobre sus hombros ya que el rey no hace mucho con su locura, y ahora los niños le salen rebeldes. Así normal, jajaja.
ResponderEliminarGenial los dos capítulos, Athena. Ni que decir tiene que casi doy un bote al ver un capítulo de mi amigo Taigüin, no me lo esperaba y ha sido una gran sorpresa ;)
Gracias por el comentario :) Cada vez que escribo sobre Tywin, pienso en ti, jajaja.
Eliminar¡Eso es todo un honor! Jajaja. Ahora cuando oigas sobre Tywin y Stannis te acordarás de la loca de Cat xD
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCon todas las cargas y presiones que ha soportado Tywin encima durante tantos años, no me extraña que haya llegado al punto de ser como es, y más con unos hijos que le contradicen :P Me encanta cómo Jaime defiende a Tyrion, es todo un detallazo por su parte y la única persona que le demuestra cariño... Me gusta ver otros PoV, me hace pensar en la relación futura que tendrán todos ellos y que bien podemos leer en CDHyF :)
ResponderEliminar¡Gracias por otro genial capítulo, Athena! ;)
Qué carácter tiene o.o Pero en cierto modo le entiendo, debe ser duro que tus hijos no te apoyen y más con la pérdida de Joana... ¡Maldita sea, tu Tywin me cae mejor que el de los libros!
ResponderEliminar(y sí, soy Wetera ;) )
¡Al fin puedes comentar! Pues sí, a Tywin hay que entenderlo, pero es muy duro con sus hijos, demasiado.
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