JAIME
Volver al hogar era como volver a nacer, por eso quiso ir allí antes de
dirigirse a Desembarco del Rey. Roca Casterly le traía tan buenos recuerdos…
Prefería olvidar los malos. Nunca fue rencoroso, así que no culpaba a Tyrion de
la desgracia de perder a su madre. Quería a ese niño con una ternura especial,
despertando en él un sentimiento de protección. Pero era difícil mantener una relación
normal con su hermano pequeño por culpa de Cersei. Se encontraba entre la
espada y la pared cada vez que regresaba y coincidía con ambos.
Afortunadamente, en los últimos años eso no había ocurrido con frecuencia,
aunque deseaba con todas sus fuerzas volver a ver a su hermana. No podía
imaginar qué aspecto tendría ahora. Hacía años que no la veía. Él había
cambiado, era un hombre y un caballero. Cuando eran pequeños, la gente sólo los
diferenciaba por la ropa y la longitud del pelo. Sus rostros eran dos gotas de
agua. Con más de quince años, Cersei tendría un cuerpo de mujer y ya no los
confundirían. Pensó en su pecho plano e infantil y visualizó en él dos senos
redondos como manzanas. Bajó mentalmente y vio una cintura estrecha y unas
caderas que se ensanchaban. Llegó hasta el lugar que más los diferenciaba e
imaginó un vello rubio como él mismo tenía… El corazón empezó a palpitar en su
pecho y en su ingle. Borró esa imagen de su cabeza. Respiró hondo y se
recompuso sobre la montura. La idea de ver de Cersei lo estaba poniendo
nervioso.
El sol se escondía ya por el horizonte, pero él estaba cerca de su destino. La
Fortaleza Roja destacaba por su iluminación sobre el resto de los edificios y
revelaba el poderío de los Targaryen. Espoleó su montura y aceleró el paso. No
tuvo problemas en penetrar en la fortificación: era un caballero, hijo de la
Mano del Rey. Era tarde y apenas había movimiento en el lugar, sólo los
soldados de guardia y algunos criados. Tomó por el brazo a una moza y le preguntó
por los aposentos de la hija de Lord Tywin. Ella lo miró extrañada, parpadeando
como si hubiera visto una aparición. «Soy su hermano gemelo, no os asustéis.»
La muchacha tragó saliva y le señaló una escalera. «Subid y atravesad el
corredor. El cuarto es el último a la derecha.» Jaime le agradeció la
información con una sonrisa y un beso en la mano, y creyó oír un suspiro salir
de la boca de la muchacha. Avanzó con sigilo por el lugar que le habían
indicado. El pasillo estaba pobremente iluminado, pero encontró la puerta sin
esfuerzo. Llamó con cuidado y esperó con la respiración entrecortada por la
emoción. Ella lo estaba esperando, pero eso no lo calmaba. Un crujido acompañó
al movimiento del picaporte. La puerta se entreabrió y una voz clara preguntó «¿Quién es?» Jaime se aclaró la garganta. «Soy Jaime.» Una mano lo agarró de
la camisa por el pecho y lo introdujo con rapidez en el dormitorio.
El lugar estaba en penumbra. Una silueta femenina se recortaba ante la luz de
la vela que iluminaba la estancia. «Cersei, quiero verte. Necesito verte.» Ella
tomó la vela y la llevó junto a su rostro. Jaime notó las piernas flojas. Su
hermana se había transformado en una mujer de belleza imposible de describir.
Cersei acercó la luz a la cara de él y sus ojos se abrieron con asombro. «¡Oh,
Dioses, eres tú realmente! ¡Y estás tan guapo que no pareces de verdad!» Dejó
la vela en el suelo y se abrazó a su hermano. Jaime la estrechó, notando los
pechos de la joven a través de la camisa. Estuvieron así un rato, frotando los
cuerpos y rozando sus mejillas. Quería recuperar en ese instante todos los años
sin verse. Se besaron en la boca brevemente, igual que cuando eran pequeños, y
se separaron para contemplarse el uno al otro. Cersei vestía una camisola semitransparente
que dejaba ver los pezones, el ombligo y el sexo. Lo miraba de manera extraña
para él, algo parecido al deseo, aunque él también observaba a su gemela de
modo diferente a como lo había hecho de niño. Sentía un raro impulso de querer
tocar los senos inflamados, las caderas y las nalgas. «Cuando recibí tu mensaje
creí morir de felicidad. Por fin iba a verte. ¡Te he echado tanto de menos! ¿Y
tú a mí?» La voz de Cersei era suplicante. «Pues claro», respondió él. «No ha
habido un día en que no te recordara, pero ahora veo que mi mente me ha estado
engañando. Eres una diosa y yo pensaba en una niña.» Tomó su cara entre las
manos y la volvió a besar. Cersei se dejó hacer con sumisión, pero rompió el
beso. «No quiero que nos vuelvan a separar, pero Padre tiene planes para ti…
Planes de boda.» Jaime enarcó una ceja. «¿Y quién es la afortunada?», contestó
riendo como si hubiera dicho una broma divertida. A Cersei no le pareció
graciosa su pregunta. «¿Sabes lo que eso significa? ¡Que estarás con otra
mujer, lejos de mí! No podré soportar eso otra vez…» El muchacho se dio cuenta
de que su hermana hablaba en serio y estaba afectada. «Vamos, vamos, ¿acaso no
te casarás tú también algún día?» Al terminar de decir esa frase, se percató de
lo que implicaba. ¡Cersei en brazos de otro hombre! No lo consentiría. ¿Pero
qué podían hacer? «Padre quiere casarte con la hija de Lord Tully.» «¿No es la
prometida de Brandon Stark?», dijo Jaime. «Se trata de la menor, Lysa Tully. Al
parecer anda siempre coqueteando con los bardos que visitan Aguasdulces y se ha
hecho muy amiga del pupilo de Lord Hoster. Querrán hacerle sentar la cabeza.»
Cersei hablaba con amargura. El destino de ambos parecía escrito de antemano y
no era otro que la separación. Como siempre ocurría, Jaime no tenía ni idea de
cuál era la solución. Seguramente Cersei tendría la respuesta. «No puedo
contradecir a Padre. Se ganaría un enemigo en la Región de los Ríos…» Empezaba
a desesperarse. La alegría de volver a ver a su hermana se desvanecía ante la
noticia de su futuro compromiso. Cersei lo miró con decisión. «Elige, Jaime: o
Aguasdulces o yo.» Así era ella. Había cambiado físicamente, pero en esencia
seguía siendo la que llevaba las riendas de su relación. «Tú, por supuesto.
Pero no sé qué hacer.» La muchacha mostró una sonrisa maliciosa. «Oh, Jaime,
¿por qué he de ser siempre yo la que solucione nuestros problemas? Verás: hay
una vacante en la Guardia Real. Si la ocupas tú, vivirás en Desembarco del Rey,
no tendrás que casarte y estaremos juntos para siempre.» La idea no parecía tan
mala, aunque no lo veía tan fácil. Cersei se dirigió hacia el lecho y, de
camino, se desprendió de la camisola con un movimiento muy cuidado. Si tenía
dudas, ese gesto de la joven las despejó del todo. Ya era inevitable que la
tocara como quería. Se sacó la camisa por la cabeza y se quitó el calzón,
ofreciendo su desnudez a Cersei. No era la primera vez que se veían desnudos o
se tocaban, pero ese momento marcaría un antes y un después en sus vidas. Ya no
eran hermano y hermana, sino hombre y mujer. Y lo fueron durante toda la noche.
¡oh! Podría haber sido Señora de Roca Casterly?? Haber tenido a Jaime para mi?? *se pierde entre sus pensamientos fantaseando con la idea*
ResponderEliminarQue gran revelación, que desperdicio dejarlo ser un Guardia Real... ese momento intimo de pasión habría estado mejor conmigo.
Pues sí... Petyr y Jaime... Qué suerte, ¿eh?
EliminarNo me imagino a Jaime con Lysa... seguramente habría sido un matrimonio muy infeliz, cada uno enamorado de otro.
ResponderEliminarPero esta Cersei como siempre haciendo de las suyas para que eso no ocurra, y de paso consiguiendo que la furia de su padre se acreciente más por no tener un heredero "digno" para Roca Casterly. Qué familia xD
Pues esto fue así. Lord Tywin quiso casarlo con Lysa Tully :P
EliminarDesconocía este dato. Sabía que Joanna quería casarlos con Oberyn y Elia respectivamente, y después Tywin quiso casarla a ella con Rhaegar. Pero lo de Lysa me ha sorprendido mucho.
EliminarEstos fics son estupendos para estudiar historia de Poniente e_e
Todo lo de este capítulo está basado en datos que he encontrado investigando. Cuando Jaime llegó a Desembarco, Cersei le dijo lo de los planes de Lord Tywin y lo convenció para que entrara en la Guardia Real. Aprender estamos aprendiendo mucho todos, la verdad :)
EliminarSí, la manipulación de Cersei también la conocía, pero evidentemente con los fics se sabe mejor todo. Lo peor sin duda son las fechas, Martin marea mucho con eso.
EliminarEso es el horror. No cuadran de ninguna manera.
EliminarSi lo veo casado con la loca de Lysa me da un algo *_*
ResponderEliminarImagínate cómo me siento yo. Menos mal que luego, ejem...
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAnda que aquí otra sorprendida si Jaime se hubiese llegado a casar con Lysa *o* Un dato que desconocía, y vaya que si no hay datos de sobra en todo el universo de Poniente, tantos que a veces resulta imposible acordarse siquiera de la mitad xDD
ResponderEliminarMuy interesante y pasional este capítulo, Athena! Esperamos ansiosas a por el próximo :P
Besos :*
Sé que no fue así como ocurrió la primera vez que se acostaron juntos (se supone que se encontraron en otro sitio y Cersei apareció disfrazada de criada o algo parecido), pero esto es un fic y, por otra parte, tenía que cuadrarme con la escena que conté en "Nieve en Llamas". Mis disculpas a los lectores.
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