TYRION
La
noticia había llegado a Roca Casterly rápidamente. Una decisión como la de
Jaime se extendió por los mentideros de Desembarco y de ahí a todos los
rincones del reino. Tyrion imaginaba que su padre estaría muy furioso. A él no
lo consideraba su hijo y el primogénito renunciaba a heredar el señorío de los
Lannister. Temía la reacción de Lord Tywin porque, aunque lo ocurrido no era su
culpa, pagaría con él como hacía con la muerte de Madre.
El niño estaba en
la biblioteca, estudiando historia. Un jaleo llegó hasta allí desde el patio
central de la fortaleza. Bajó de la silla y cogió la escalera que le ayudaba a
alcanzar los estantes más altos, llevándola hasta una de las ventanas. Ascendió
por ellas con lentitud y alcanzó su objetivo. Alzó la cabeza y miró hacia
abajo: ¡Jaime había vuelto! Perdió el equilibrio por la emoción del momento y
estuvo a punto de caer. Sus piernecitas le jugaban esas malas pasadas con
demasiada frecuencia. Abandonó la biblioteca y corrió hacia el patio. «¡Jaime,
Jaime!», chilló. El joven salió a su encuentro y lo tomó en brazos, alzándolo.
El niño pudo ver la tristeza en su rostro a pesar de que se esforzaba en
sonreír. «¡Mi querido hermano, seré un capa blanca! ¿Vendrás a Desembarco
conmigo para la ceremonia de nombramiento?» Tyrion no cabía en sí de gozo. ¡Él
en la capital! No… Seguro que Padre ponía algún impedimento. Nunca lo había
sacado de Roca Casterly porque se avergonzaba de su deformidad. Y Cersei
también se opondría a ello. Pero Jaime era distinto, no lo odiaba y lograría
llevarlo allí. «Oh, sí, me gustaría conocer a Ser Arthur Dayne y a Ser
Barristan Selmy. ¡Y al príncipe Rhaegar, por supuesto!», respondió. «Jajaja, veo
que sigues estudiando, ¿eh? Padre no reconoce lo inteligente que eres. Eres el
más listo de los tres, que lo sepas.» Y le dio un fuerte abrazo antes de
dejarlo en el suelo. «Ahora deja que me refresque y me quite el polvo del
viaje. Después hablaremos de nuestros planes para llevarte a Desembarco.» Jaime
se marchó hacia su habitación, dejando a Tyrion en el patio, contento ante la
perspectiva de ver en persona a grandes caballeros y damas. Se sentó en uno de
los bancos de piedra que había, contemplando el cielo. Un mozo llegó hasta él
con un cuervo. «Mi señor, este cuervo llega desde Harrenhal. El mensaje está a nombre de
Lord Tywin. ¿Se lo doy a vuestro hermano?» Tyrion se sentía importante y le
dijo que él se lo llevaría en persona. Abrió el pliego. No creía que Jaime se
enfadara porque lo leyera; al fin y al cabo él también era hijo del señor de
Roca Casterly. Era la invitación al torneo de Lord Whent. ¡Qué emocionante! ¿Le
pediría Jaime que lo acompañara también? No podía esperar a decírselo y corrió
hacia el cuarto de su hermano. La puerta estaba entreabierta y oyó a Jaime
gemir. ¿Estaba llorando? El niño se asustó: no podía imaginar al valiente
muchacho derramando una sola lágrima. Entró con sigilo y lo vio con los
calzones bajados, haciendo un movimiento rítmico sobre su entrepierna con la
mano derecha, mientras decía «¡Oh, Cersei, cómo te deseo!» Tyrion no entendía
nada. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué nombraba a su gemela? «¿Jaime?», susurró.
Éste se volvió con el rostro enrojecido y lo miró con los ojos llenos de
horror. «¡Fuera de aquí! ¡Oh, Dioses, VETE DE MI VISTA!» El niño tiró el
pergamino al suelo y huyó asustado sin saber por qué Jaime le gritaba y qué de
malo había en lo que contempló allí esa mañana.
Este niño va a quedar traumatizado de por vida xD
ResponderEliminarO eso o va a aprender mucho...
EliminarJajajaja! Pobrecito Jaime, pillado infraganti en plena faena, y Tyrion porque va a ser un niño precoz, con lo rápido que aprende todo no le va a costar nada entender qué estaba haciendo Jaime xD
ResponderEliminarJejeje, madura a base de golpes el pobre :P
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