AVISO

Este fic contiene sólo recreación sobre hechos del pasado. No contiene spoilers. Todos los personajes y lugares pertenecen a G.R.R. Martin

domingo, 24 de marzo de 2013

PRÓLOGO: EL LEÓN TULLIDO (AÑO 274)


            Los gritos llenaban la fortaleza. Se habían prolongado durante todo el día hasta la noche, llegando a cada rincón de la edificación. Era imposible escapar de ellos. La niña rubia lo intentaba con todas sus fuerzas, encerrada en su dormitorio, tapándose los oídos con las manos, con la almohada. Era horrible escuchar a su madre gritar. Lo peor era que no la dejaban salir del recinto, no podía huir de los alaridos atroces. Por primera vez en su corta vida tuvo miedo. 

Pensaba que su madre estaría siempre ahí para darle sabios consejos, guiarla y educarla para ser una buena esposa. Incluso una futura reina. «Jaime», musitó. Salió de la habitación y corrió en camisón por el pasillo, cuidando de taponar sus oídos para no oír los lamentos de su madre. Se abalanzó como una loca sobre el picaporte y entró en el cuarto rápidamente. El lugar estaba iluminado por una única vela sobre la pequeña mesita junto a la cama.  En ella había un niño con el pelo dorado. «¡Cersei! ¿Qué haces aquí?», dijo él. Ella lo miró a los ojos: era como contemplarse en un espejo. Tenían los mismos iris verdes, el cabello como oro batido y unos rasgos bellísimos. Jaime y Cersei eran gemelos, habían compartido el vientre materno durante nueve meses y su vínculo era para muchos demasiado grande, casi antinatural. «Oh, Jaime, tengo miedo por Madre. Estoy muy asustada. ¡Abrázame, por favor!», suplicó, lanzándose a los brazos de su hermano. Éste le devolvió el abrazo con ternura y le acarició el cabello. Cersei levantó la vista y comprobó que su hermano había estado llorando. Él se pasó la mano por la cara, tratando de ocultar las lágrimas. «Cersei, tú siempre han sido la más fuerte de los dos. Por favor, no te hundas también. No sabría qué hacer si no resistes esta prueba.» La niña se puso de rodillas sobre el colchón y se apartó el pelo dorado de la cara. «No puedo ser siempre la fuerte, Jaime. Tú eres un chico y un día tendrás que ser un caballero. ¡A veces te envidio por cómo te trata Padre! Pero hoy necesito que también seas valiente.» Un nuevo grito se escuchó y los hermanos ocultaron sus cabezas bajo las mantas. Pasos agitados y murmullos se oyeron por el pasillo, incluso parecía que alguien corría. Cersei saltó de la cama y abrió un poco la puerta del cuarto, sólo una rendija, para ver lo que ocurría fuera. «¿Qué haces en el cuarto de Jaime?», dijo una voz femenina. «¡Sal ahora mismo de ahí, niña mala!» ¿Por qué se empeñaban en separarlos? Su hermano y ella siempre habían dormido juntos hasta que una tata los sorprendió en una actitud que, según sus palabras, era poco adecuada. Ninguno de los dos niños entendió nada en ese momento: para ellos era de lo más normal abrazarse, besarse, tocarse. Se querían. No: se amaban. Juntos constituían un ser entero, formado por una parte masculina y otra femenina, que se complementaban a la perfección. 



La mujer abrió la puerta de par en par, agarró a Cersei del brazo y tiró con fuerza de ella hacia el pasillo. Jaime se levantó de la cama y corrió detrás de ambas, tratando de alcanzar el brazo libre de su hermana para devolverla junto a él. «¡Quédate en tu cuarto, Jaime!», chilló la mujer. El niño no se echó hacia atrás, sino que se encaró con la tata, tirando del camisón de Cersei. «Niño desvergonzado, vuestro padre sabrá qué hacer contigo cuando se entere de esto. ¡No estamos para chiquilladas!» Dos mujeres pasaron corriendo con trapos empapados de sangre. Tras ellas apareció Tywin Lannister, señor de Roca Casterly y padre de los gemelos. Sus patillas doradas le daban un aspecto fiero, algo que ahora era aún mayor por el gesto serio de su boca. Dirigió una mirada severa hacia los niños, que dejaron de forcejear con la impotente tata. Sabían que su padre estaba muy enfadado. Otro chillido de la madre se dejó oír por el pasillo. Tywin se volvió con preocupación, mudando el rostro. Cersei creyó ver una lágrima a punto de derramarse de uno de los ojos de su progenitor. El hombre salió corriendo hacia los aposentos de su esposa, olvidando la regañina que tenía preparada para sus díscolos hijos. Los gemelos se liberaron de la tata y siguieron a su padre, que no parecía haberse dado cuenta de su presencia. Frente a la puerta del cuarto se arremolinaba mucha gente: criadas, guardias, maestres… Tywin apartó a todos y entró en la habitación. Cersei y Jaime eran invisibles: nadie se percató de que estaban allí. Todos murmuraban: «Esto no puede acabar bien», «Ni con los gemelos fue un parto tan difícil», «Este bebé será la muerte de su madre», «Parece que es un ser monstruoso que ha desgarrado a Lady Joanna por dentro». Cersei pensó que todo eso no era verdad. ¿Cómo iba a tener Madre, una mujer tan bella como las damas de las canciones, un monstruo? ¿Cómo alguien que fuera hermano de ella y de Jaime podía ser feo? «¡Nooooooooooooooooo!», gritó una voz desde el interior del dormitorio. ¡Era Padre! Jaime agarró a su hermana de la mano y se colaron en el cuarto. El panorama era horrible: Madre pálida e inmóvil sobre un lecho cubierto de sangre; el maestre con las manos enrojecidas; Padre llorando desconsolado. Cersei se acercó temerosa hacia la pequeña cuna donde se movía el recién nacido. Tenían razón: era un monstruo rubio y deforme, con la cabeza grande y el cuerpo pequeño. Alzaba unos bracitos y unas piernas cortas y torcidas. Cersei apretó la mano de Jaime con fuerza. Sentía un profundo odio por ese ser que le había arrebatado a su madre. Jamás sería su hermano. Jamás.

12 comentarios:

  1. Maldita sea, no me hagas esto con Tywin que me pongo muy mal, muy mal. Que estoy muy sentimental hoy :(

    Dejando a un lado el fangirlismo (o fanwomanismo) me alegra ver que ya tenemos otro fic tuyo, ya echaba de menos tener todas las mañanas un capítulo de "Nieve en Llamas", así que ahora disfrutaré como una enana de este :D

    Mucho ánimo y suerte con la inspiración.

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    1. Muchas gracias por la rapidez y la fidelidad (y por los ánimos). Este prólog era necesario para entender a Lord Tywin. Espero que no te desagrade el trato que le daré en un futuro.

      ¡Un beso!

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    2. Mira que Tywin era un grandísimo hijo de su madre, pero yo sé que era un buen hombre, tuvo que serlo leñes, tiene algo...

      El enano solo vino para incordiar con su pesadez, está claro.

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    3. Jajaja, pobre Tyrion. Será un pesado de mayor. En mi fic es sólo un niño...

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    4. Me temo que este fic va a estar cargado de muchos momentos emotivos, hasta a Tyrion le voy a coger cariño. Menos a Cersei, a todos jajaja.

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    5. Cersei es siempre Cersei, jajaja.

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  2. ¡Qué gran prólogo Athena, y qué bien escrito está! Es fantástico poder contar con personas con tanta imaginación como la tuya que nos hayan soñar con cómo serían antes estos personajes... ¡Qué penita Lord Tywin, y qué penita Tyrion! Desde luego, tras un incidente tan devastador para toda la familia, no es de extrañar que Cersei viera a su hermano como la persona que le arrebató a su madre y su felicidad, y anda que menudo juego puede dar eso.

    Estoy ansiosa por leer los próximos capítulos... ¡Gracias por este nuevo fic, Athena! :D

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    1. ¡Muchas gracias! Bueno, aquí hay mucha tela que cortar ¡y que contar! :)

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  3. Wow! Me ha encantado el prólogo y mientras lo leía he ido imaginando todo lo que puede dar de sí la historia y me han entrado unas ganas locas de seguir leyendo ^^. Se me ha despertado un instantánea simpatía por los Lannister que pensé que nunca tendría.

    Con respecto a la forma, como siempre, perfecto. Me encanta tu forma de escribir.

    PD: luego cuando haya más gente te lo retuiteo y lo pongo en el blog, para que la gente pueda leer el prólogo y seguir leyendo ya en tu blog ^^.

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    1. ¡Gracias! Yo no soy nada Lannister, pero al ir escribiendo va una tomándoles cierto cariño a algunos de sus miembros :)

      Thanks por la publicidad, como siempre.

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  4. ¡Ua!! Ya te lo he comentado antes, pero ¡¡ME ENCANTA!! ^^

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