CERSEI
Llegaron
a Roca Casterly por la mañana temprano. Nada había cambiado desde la última vez
que estuvo en su hogar, pero le resultaba deprimente después de haber pasado
varios años en Desembarco del Rey. Apenas pudo recoger sus pertenencias ante la
premura de su padre por abandonar la corte, aunque tuvo tiempo de enviar un
cuervo a su hermano para avisarle de su regreso, pensando en que llegarían
antes de que él se hubiera marchado.
Cuando entró en el edificio corrió hacia
sus antiguos aposentos, esperando encontrar a Jaime. Cuál no sería su decepción
cuando lo halló vacío y sin rastro de la presencia del joven. Al salir tropezó
con Tyrion. «¿Buscas a Jaime?» Ella lo miró desde las alturas. «Sí, ¿sabes
dónde está?» «Se fue a Harrenhal, al torneo que los Whent han organizado. Al
día siguiente llegó un cuervo que portaba un mensaje para él. Era tuyo,
¿verdad?», dijo el niño. «¿A ti qué te importa, insolente cotilla?» Tyrion era
aún pequeño, pero nada se le escapaba. «Acabas de responderme, Cersei.» Había
caído en la trampa de un mocoso. «Sólo le avisaba de nuestro regreso, no era
nada importante», afirmó ella. Su hermano la miró con tristeza. «Jaime te
echaba de menos, no entiendo por qué se fue tan rápido a Harrenhal.» «¿Y tú cómo
sabes eso?» Cersei sentía curiosidad por lo que el Gnomo tenía que decirle. «El día que llegó la invitación al torneo,
lo sorprendí gimiendo y diciendo tu nombre. Lo que no entiendo es por qué se
enfadó tanto conmigo y me gritó...» Cersei ató cabos rápidamente: Jaime no
había estado llorando precisamente…. Eso le hizo sonreír. La deseaba como ella
a él. Un escalofrío excitante recorrió su cuerpo. Agradeció a los dioses la
infantil ignorancia de Tyrion. Era muy listo, sí, pero no dejaba de ser un crío
y había cosas que aún no comprendía. Sin contestar a su hermano, que la
observaba extrañado, se fue a su habitación, se desnudó y se miró al espejo,
recordando cómo la había tocado Jaime aquella noche en Desembarco del Rey.
Ambos eran inexpertos y se sentían llenos de dudas, pero estaban hechos el uno
para el otro y sus cuerpos fueron por delante de sus mentes, explorando lugares
ocultos de manera instintiva. El placer que había sentido había sido extremo y
no creía que fuera capaz de experimentarlo con nadie más. Jaime y sólo Jaime
conocía su cuerpo mejor que ella misma. Se metió en la cama sin ropa y dejó que
su imaginación la transportara junto a su hermano.
Vaya con los hermanitos, ¡tienen las hormonas por las nubes! No me quiero ni imaginar lo que pasará cuando se vuelvan a encontrar.
ResponderEliminarEso si se encuentran... ;)
EliminarEsas hormonas a flor de piel, y Tyrion vaya que sí es pequeño para entenderlo todo, pero no se le escapa ni un detalle cuando le interesa :P
ResponderEliminarJajaja, están en la edad del pavo ;) Y Tyrion, pues es Tyrion.
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